Si no conocés Morro de São Paulo y escuchaste decir que está en una isla cercana a Salvador de Bahía, imaginarás las típicas playas paradisíacas del nordeste brasilero, con mucha mata atlántica sobre los morros y barcitos rústicos frente al mar. Sí, Morro de São Paulo es exactamente eso, pero también algo más: guarda la mística de ser uno de los primeros destinos de veraneo de la región, con hermosas calles antiguas en su pequeño centro y un entorno ecológico muy bien cuidado. Y la inconfundible alegría bahiana haciendo más placentera la estadía.
Salvo que se llegue en un vuelo privado o viajando desde el sur de Bahía, la gran mayoría de los turistas llega a Morro de São Paulo desde la ciudad de Salvador, situada frente a la Isla de Tinharé, donde se ubica el balneario. Antes de viajar a Morro, es muy recomendable aprovechar a quedarse una noche en Salvador y visitar el impresionante patrimonio histórico del Pelourinho.
Desde la capital bahiana hay varias maneras de llegar a Morro; todas requieren una parte del trayecto en barco. La vía más rápida es el catamarán directo desde el Mercado Modelo de Salvador. Desde ya avisamos que parte del trayecto es como un subibaja, pero si se puede sobrellevar, ir en la parte de afuera es muy divertido y se tienen vistas preciosas de la Cidade Baixa de Salvador.
Otra forma más económica –aunque también más extensa- es hacer parte del trayecto por tierra en una combi hasta la terminal marítima de Valença, donde parte una lancha hasta Morro. Este es el camino que también hacen las agencias cuando llueve y no sale el barco directo.
Cuando llegamos al puerto de Morro varios chicos simpáticos vienen a ayudarnos con las maletas y las llevan en una carreta-taxi hasta el alojamiento. Es una buena idea aceptar para no caminar con peso, porque el camino tiene varias subidas cansadoras. Cada muchacho tiene una remera con su nombre, son personas de confianza y nos hacen sentir bienvenidos desde el primer momento. A la entrada de la isla hay que pagar una tasa ecológica de preservación.
Lo primero que vemos en Morro de São Paulo es el encanto típico del pueblito bahiano, con callejuelas irregulares entre el verde exuberante de la mata. Las principales playas son cinco, y es muy fácil ubicarlas porque están numeradas en orden, saliendo del centro de Morro hacia la derecha. El poblado es chico y al cabo de unos días uno ya se siente en casa, saludando a los comerciantes y a otros turistas como si hubiera vacacionado una vida en el lugar. Pero mientras la villa es pequeña, el entorno natural es enorme, y hay mucho para explorar si tenemos ganas de movernos y dedicar un día a cada playa.
Ingresando por el camino que nace en el puerto, llegamos a una pequeña plaza central, decorada con millones de cintitas bahianas de colores que hacen de techo. Un portal nos da la bienvenida a la calle principal, la Rua da Fonte Grande, llamada así por una antigua fuente que puede verse en su recorrido. Esta calle tiene varios hostels, posadas, boutiques y locales gastronómicos esparcidos entre muros con poemas pintados, además de casitas simples y coloridas.
Bajando por la Rua da Prainha llegamos a la Primera Playa, la más cercana al puerto y al poblado. La costa mantiene el estilo pintoresco y cuidado del pueblo. Nada rompe con la armonía del lugar e incluso las papeleras tienen forma de coco como para estar a tono con el paisaje. Las palmeras ordenadas, la pasarela de madera para detenerse a mirar el paisaje, los barquitos que navegan el contorno de la isla, el faro blanco en lo alto de la colina. Todo parece compuesto sobre un lienzo.
La Segunda Playa es la más popular, llena de restaurantes y bares frente al mar, con sus mesitas sobre la arena. Hay varios puestitos de frutas tropicales –para nosotros exóticas- como papaya, mango o açaí, el fruto por excelencia de Bahía, que lo venden a viva voz por toda la playa. Te aseguro que después del quinto canto de “açaiiiiiiiiii” vas a querer probarlo, y la verdad es que vas a quedar agradecido con el vendedor: es un postre delicioso, único en el mundo y muy energético. Si hay sed, también se puede comprar un coco verde, que lo abren con un cuchillo de manera artesanal (lo cual nos sorprendió porque en otras ciudades usan aparatito).
Pasando la Segunda, lógicamente, está la Tercera Playa, menos concurrida pero igualmente con varias posadas en su entorno y barquitos surcando el agua. Para visitarla, sugerimos consultar a los lugareños la hora de la marea baja, cuando el panorama se muestra especialmente precioso. Aquí alquilamos un kayak con fondo transparente, que dejaba ver los pececitos de colores nadando bajo nosotros.
La Cuarta Playa es la más larga. Son varios kilómetros de costa casi desierta, con hermosas piscinas naturales donde se puede avanzar bastante mar adentro sin que el agua supere la cintura.
Luego está una de las más recomendadas de la isla: la Quinta Playa, llamada “Praia do Encanto” y que hace TODO el honor a su nombre. Ese encanto se debe, en gran parte, a su ubicación alejada del centro, casi inaccesible a pie. Nosotros preferimos darle un voto a ese “casi” y llegamos playa por playa, tras cuatro horas de caminata. Después de atravesar la larguísima costa de la Cuarta llegamos al “puente” que la une a la Quinta, que es en realidad un tronco de madera que se cruza tomándose de las ramas. Una experiencia digna de Tarzán o Robison Crusoe. Pero al llegar y ver el paisaje increíble, sabemos que cualquier esfuerzo lo vale.
De todos modos, tranquilos, no hay que ser un explorador intrépido para llegar a la Praia do Encanto. Del puerto de Morro salen muchos barcos que conducen hasta allí en un paseo mucho más sosegado. Sobre la playa hay algunos puestos para tomar y comer algo, además de algunas posadas. Cuando la marea desciende, se ven varios corales y se puede hace esnórquel. Al caer la tarde, cuando los botes ya habían pegado la vuelta, nosotros volvimos en “taxi”. Y destaco las comillas, porque en realidad era un carro tirado por caballos –sí, todo en la isla se convierte en una experiencia de aventura-. Fue un paseo lindísimo y nada costoso porque pudimos compartir el trayecto con dos argentinos que también volvían al pueblo.
Y si la travesía a pie hasta la Quinta Playa nos parecía poco en nuestras aventuras por la isla, pudimos hacer otras excursiones increíbles para seguir explorando el lugar.
Una experiencia de adrenalina que no requiere ir muy lejos del centro es subir hasta el farol del morro, que vigila la isla desde 1855. Se llega por un sendero que parte de la Iglesia, y aunque es algo cansador, lo vale por los panoramas que se tienen desde arriba, sobre todo al atardecer. La manera más divertida de bajar del morro es en la Tirolesa que se ubica allí mismo y que desciende hasta la Primera Playa. Hay que animarse, la experiencia es inolvidable.
Pasando la Quinta Playa están las piscinas naturales más lindas de la Isla de Tinharé, frente a la bonita playa de Garapuá, escondida entre los manglares. La excursión se puede hacer de dos maneras: en un barco que va por todas las playas; o en una combi compartida hasta Garapuá y un barco que lleva hasta las piscinas. Allí nos espera un bar flotante que sirve tragos y pasa música mientras hacemos esnórquel entre los corales.
Un lugar tan especial como Morro inspira historias de novela, como la de Comer, Rezar, Amar (o de película, si prefieren la versión fílmica). Les cuento por qué.
La gastronomía es un punto fuerte en el balneario: los bahianos son de muy buen comer y hay muchas opciones a distintos precios, distribuidas en la villa central y en las pasarelas sobre la Primera y Segunda playa, al aire libre. Tanto al mediodía como a la hora de la cena muchos locales alegran la comida con suave música en vivo.
Nos encantó probar las delicias típicas de la región, desde las moquecas brasileras (sabroso guisado de pescado) y el cangrejo sirí hasta postres simples como los palitos de agua tropicales con leche condensada (hay que saber que los brasileros le agregan leche condensada a casi todo, así como casi todas las comidas son bien invernales aunque la temperatura siempre esté encima de los 25 grados).
¿Te imaginás recorrer Morro y además conocer la ciudad de Salvador? Con estos paquetes lo hacemos posible.
En Hiperviajes.com trabajamos asociados a Segur Viaje, una de las tres principales compañías de asistencia en el mundo y la primera de habla hispana.
Phone: 598 2902 22 33