Grandes ciudades

Lima, una capital que sorprende

Pocos países combinan el misticismo ancestral con las bellezas geográficas más impactantes como Perú, un destino donde podríamos pasar meses explorando. Reliquias incaicas, selva, montañas andinas, playas oceánicas, ciudades coloniales, una de las mejores gastronomías del mundo. ¿Por dónde empezar? Un buen punto de partida es Lima, la capital. Si bien suele ser para los viajeros una escala para llegar a Cuzco y Machu Picchu, la ciudad es un destino con mucho para descubrir y vale la pena quedarse algunos días (en mi caso, tres fueron suficientes para tener un buen panorama).

Aunque en general me abruman las grandes ciudades, Lima resultó ser un magnífico resumen de los atractivos de Perú. Es verdad que tiene el bullicio propio de las metrópolis latinoamericanas y una neblina casi permanente, pero cuando uno se acostumbra, se empieza a ver el encanto. De todas formas, el sentido que más vas a necesitar no es la vista, sino el gusto: la cocina de Lima es tan fascinante que te deja con ganas de pasar meses en la ciudad para conocer un restaurante diferente cada noche.


Lo mejor de Lima

 

Día 1 – Casco Histórico y Parque de la Reserva

El primer día, después de un buen desayuno peruano (con emoliente, pan francés, palta y diversos fiambres -acá se come bien desde la primera hora), lo pasamos conociendo el casco histórico. Empezamos, al igual que la ciudad misma, por la Plaza de Armas, y seguimos por la Catedral, el Palacio Municipal, la Iglesia Santo Domingo y el impresionante convento San Francisco, con sus mosaicos de colores y sus escalofriantes catacumbas. Toda la zona, considerada Patrimonio de la Humanidad, está muy bien preservada. Me encantaron los balcones antiguos característicos de la ciudad y el aire sereno que se respira en la amplia Plaza San Martín.

Casco Histórico de Lima
Iglesia San Francisco en el Casco Histórico (Foto de André Rodríguez)


La necesaria pausa la hicimos en el centenario Bar Cordano, clásico del centro histórico, que mantiene su esencia desde que abrió. Finalmente había llegado la hora de probar el auténtico ceviche en su tierra natal. Pedimos uno mixto (es decir, de pescado y mariscos), delicioso y abundante. Acompañando, una Cuzqueña bien fría, la cerveza típica del país. El lugar también sirve sándwiches para los que buscan un almuerzo rápido.

Bar Cordano
El Bar Cordano (Foto: Clare Reda)

 

Aunque pasamos todo el día caminando, nos alcanzó la energía para ir de  nochecita al Parque de la Reserva. Aquí está el famoso Circuito Mágico del Agua, uno de los grandes imperdibles de Lima: trece fuentes ornamentales que protagonizan un espectáculo único de luces y música. Hay tres horarios cada noche y se cobra una mínima entrada. Después del show, nos fuimos al distrito de Miraflores, a la peculiar “Calle de las Pizzas”, un pasaje peatonal muy pintoresco con varios bares y restaurantes para picar algo y, por supuesto, brindar con el emblemático Pisco Sour.

Circuito Mágico del Agua - Lima
Circuito Mágico del Agua
 

Día 2 – Malecón de Miraflores y Museo Larco

Ya habíamos visto una porción de Miraflores de noche, ahora era momento de verlo de día. Tuvimos suerte: un cielo sorprendentemente azul nos acompañó en el recorrido por el Malecón, la rambla frente al Pacífico, que bordea la costa desde altos barrancos.

Entre parapentistas y surfistas, edificios elegantes y parques muy cuidados (aunque el más famoso es el Parque Kennedy, a mí me encantó el Parque del Amor con su peculiar escultura dedicada a los enamorados) y, llegamos al centro comercial Larcomar. Para alguien que trata de evitar los shoppings, me sedujo mucho el moderno diseño de este paseo, con lindas pasarelas para admirar el mar.

Plaza del Amor- Lima
El Parque del Amor

 

A la tarde fuimos al Museo Larco, cerca de Miraflores, para conocer más de cerca los tesoros precolombinos de Perú. Más que recomendable. (Tip para los interesados en la historia: también son interesantes el Museo Arqueológico en Plaza Bolívar y el Museo del Oro en el barrio Surco.)

Cerramos la noche a pasos del Malecón de Miraflores, en el bar La Esquina. Es un lugar que se nota mantiene la atmósfera familiar de sus orígenes, aunque hoy tenga una de las mayores reservas de vinos de Lima, con más de 150 bodegas.  Los vinos chilenos nunca fallan, así que pedimos uno blanco sauvignon y acompañamos con un lomo saltado, otro clásico peruano.

Miraflores de Noche
La noche en el distrito de Miraflores

 

Día 3 – Las Huacas y Barranco

La última mañana la dedicamos a los sitios arqueológicos de la antigua cultura Lima (poblado precolombino que da nombre a la ciudad): la Huaca Pucllana y la Huaca Huallamarca en San Isidro. Es impresionante cómo han sobrevivido estos lugares a lo largo de los siglos en medio de las metrópolis.

Huaca Pucllana
Huaca Pucllana

 

A la tarde, nos dirigimos a Barranco, el barrio bohemio de la ciudad, con lindas playas y varias casas, plazas y calles con historia para visitar, ya que era el antiguo destino de veraneo de los limeños. Descender a la playa por La Bajada de los Baños y cruzar el Puente de los Suspiros son los dos paseos imperdibles de  Barranco, además del Mirador sobre el Malecón.

Pero el alma verdadera de esta zona aparece de nochecita. Después del atardecer, tomamos un pisco de Maracuyá y unos tradicionales anticuchos en una de las mesitas coloridas del bar Ayahuasca. La noche siguió en el Bar Cultural El Dragón, con música popular peruana en vivo; un buen lugar para bailar hasta tarde y cerrar por lo alto la estadía en la ciudad.

El Puente de los Suspiros en Lima
El Puente de los Suspiros en Barranco

 

Bonus Track: dos días en Nazca

Nazca queda al sur de Lima, a unas siete horas en bus. La ciudad en sí no tiene demasiados atractivos, aunque en la primera tarde pudimos pasear un poco por el centro de la ciudad y conocer la Plaza de Armas. Lo que hace famoso este destino son las míticas Líneas de Nazca, unas líneas geométricas sobre la tierra que se preservan como uno de los grandes misterios de la era precolombina (al punto que algunos sostienen que fueron trazadas por aliens).

Sobrevolar las Líneas en avioneta fue uno de los grandes momentos del viaje. Había comprado el tour el día antes en el centro, para poder hacer el vuelo bien temprano, cuando el paisaje se ve más hermoso y se pueden apreciar las líneas mucho mejor. El viaje es un poco movedizo pero lo vale para poder ver las figuras desde todos los ángulos. Mientras sobrevolamos el misterioso terreno, una vez más nos sorprendemos de que un solo país pueda desplegar tantas maravillas. 

Líneas de Nazca
Figuras en espìral en las Líneas de Nazca

 

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