Arquitectura

Cusco y Machu Picchu: mucho más que un viaje

Cualquier lista de “lugares para ver en el mundo” debería estar encabezada por el Machu Picchu. Mirar la antigua capital del Imperio Inca desde lo alto de la cordillera es una experiencia que no se puede traducir a palabras. Estuve varias horas sin decir nada luego de estar en la ciudadela sagrada, incluso cuando ya estaba de nuevo en Cuzco. Hoy trataré de romper ese silencio asombrado, y  describir este viaje para animar a todos los que lo vienen soñando.


¡Difícil sintetizar lo mejor de Cuzco/Machu Picchu, pero aquí lo intentamos!

 

Cusco nos eleva

El viaje a Cusco no solo es geográfico: es, sobre todo, un viaje en el tiempo. Más aún si venimos de pasar unos días en Lima. Un viaje en el tiempo, y una mezcla de tiempos: en “el ombligo del mundo” (tal es su nombre en quechua)  se entrecruzan los coloridos vestidos de las “mamitas”, los cientos de idiomas de los turistas internacionales, las iglesias añejas, los restaurantes cosmopolitas.

A diferencia de Lima, Cuzco es una ciudad que vive por y para el turismo, por lo que la mayoría de la población se dedica al rubro: venden artesanías o comidas, organizan tours, o hasta ofrecen masajes y fotografías con trajes típicos. Hay excelentes alojamientos para todos los perfiles: pequeñas posadas boutique en casas antiguas, hoteles de alto nivel, hoteles simples pero bien ubicados sobre la Plaza de Armas, albergues mochileros en el atractivo barrio San Blas.

Cuzco, Perú
Vista de Cusco

 

Dos cosas uno siente enseguida al llegar a Cuzco. La primera es el  dolor de cabeza y cansancio debido a la altura (estamos a más de 3000 metros). Para calmar el malestar, se puede comprar en alguna farmacia del centro el Sorojchipills, que se toma cada ocho horas.

Pero los locales (y esta es la segunda cosa característica de Cusco) siempre van a recomendar lo natural: las hojas de coca, ya sea en caramelos o en té, que en general se puede servir libremente en los comedores de los alojamientos o restaurantes. El contacto con la naturaleza es algo que los cusqueños viven muy intensamente, y lo transmiten. Por eso, el viaje a la capital incaica es también espiritual: nos reconectamos con la Pacha Mama hasta volver a ser parte de ella.

Cuzco, Perú
(Foto Roba66)

 

En el Ombligo del Mundo

Caminando un poco por Cuzco encontramos el remedio definitivo al mal de altura: la belleza de la ciudad. Una buena opción es contratar un City Tour (cuestan aproximadamente 10 dólares) que nos lleve a los principales puntos de interés de la ciudad y a las ruinas incas que se encuentran en sus alrededores (si pensabas que solo está el Machu Picchu para ver, te vas a quedar de boca abierta). Para moverse por la ciudad, hay muchos lugares que se pueden visitar a pie. Los taxis son muy baratos en caso de que se requiera ir más lejos.

 

QUÉ VER:

Plaza de Armas: Durante los tiempos incaicos (en que se llamaba “Huacaypata”) y la colonización, hasta el día de hoy, este espacio es y ha sido el corazón de la ciudad.  Las banderas de Perú y de Tahuantinsuyo flamean mientras recorremos los portales y edificios históricos que rodean la Plaza (hoy hoteles, cafés, restaurantes, tiendas de alpaca, joyerías y galerías de arte). La Catedral es impresionante, aunque los turistas deben pagar entrada. También son imperdibles la iglesia de La Compañía y la calle Loreto con sus paredes de origen inca. Hay que visitar la plaza al menos dos veces: si de día es linda, de noche adquiere una magia especial con sus lucecitas sobre las piedras centenarias. Muy cerca, la plaza San Francisco invita a sentarse un rato más tranquilos a contemplar la fuente iluminada y las casitas de ventanas azules típicas de la ciudad.

Plaza de Armas - Cuzco - Perú - Géant Travel
Encanto nocturno en la Plaza de Armas

 

Templo del Sol Koricancha: Sobre el ancestral “templo dorado” inca se construyó el Templo de Santo Domingo durante la colonia, por lo que es un lugar de arquitectura única, fruto de la superposición incaica-hispánica. Aunque ya ver los jardines desde afuera impresiona, se puede ingresar pagando una entrada (unos 3 dólares) y explorar más de cerca sus reliquias.

Catedral de Cuzco
El Templo del Sol

 

Fortaleza de Sacsayhuaman: El paseo a este fuerte ceremonial es  inolvidable, tanto por la impactante construcción de piedras labradas -una de las máximas muestras de la arquitectura incaica- como por la vista privilegiada de la ciudad que se tiene desde el cerro donde se encuentra. Está a unos dos kilómetros del centro y se puede ir andando (una subida ardua) o contratando un tour en agencia. Para ingresar hay que comprar un boleto turístico (20 dólares) que incluye también los sitios arqueológicos de Q’enqo, Pucapucara, Tambomachay. Los tres se pueden  visitar en el mismo circuito por el día.

Fortaleza de Sacsayhuamán
La impresionante fortaleza (Foto: Zug55)

 

Qenko: En quechua, “Qenco” significa “laberinto”, y esa es la sensación que nos da recorrer este complejo arqueológico, lleno de canales zigzaguentes, nichos, un anfiteatro en semicírculo y altares subterráneos. Se desconoce extactamente la función de estos altares, aunque se cree podía tener fines religiosos o funerarios.

 

Tambomachay: Los famosos “Baños del Inca”  eran el lugar de descanso del emperador y un centro de culto al agua. Hasta hoy se pueden ver las fuentes provenientes del manantial en lo alto.

Tambomachay - Cuzco
Los Baños del Inca

 

Pisac: Fue uno de los lugares que más me fascinaron, quizás por ser el punto de ingreso al Valle Sagrado de los Incas (a 30 kilómetros de Cuzco) o por su particular mixtura entre las construcciones incas y españolas. En el pueblito colonial perduran las antiguas casas de adobe y la plaza de armas, donde se arma un mercado artesanal precioso para comprar tejidos y trabajos en oro y plata. El Parque Arqueológico era una antigua hacienda del Inca, y se pueden ver lugares increíbles como los andenes circulares para los cultivos, la piedra sagrada del culto al sol y el Cementerio de Tanqanamarka. Se puede visitar en un tour por el Valle Sagrado (6 dólares el tour más 20 dólares el ingreso a las ruinas), o ir en un ómnibus local, mucho más barato y con la posibilidad de quedarse más tiempo en el pueblito.

Pisac
Ruinas de Pisac

Ollantaytambo: Luego de visitar Pisac llegamos a esta preciosa localidad, lugar de retiro del mítico guerrero Ollanta. Subiendo las escaleras y terrazas hasta el Templo del Sol se tiene una vista increíble de todo el pueblito colonial, que también tiene su feria artesanal y lugares para comer y alojarse. Pero lo que más impacta es la cara del dios Viracocha tallada en la montaña frente a las ruinas, como vigilando todo el lugar. 

 

La Noche: Aunque el día paseando es agotador, hay que guardarse un poco de energía para vivir la buena onda de la noche cusqueña. Ya caminar por las viejas callecitas encendidas tiene un encanto especial; a eso se suma una gran variedad de restaurantes y pubs a buen precio, todos llenos de turistas tomando el típico Pisco Sour peruano. Particularmente me gustaron mucho los bares El Jardín de Cusco y Mama Africa, con buenos ritmos, tragos locales y gente alegre.

 

Llegando a Aguas Calientes

Después de algunos días explorando Cusco y sus alrededores, llegó el esperado momento de ir al Machu Picchu. La entrada general cuesta 35 dólares (si se tiene carnet de estudiante sale la mitad) y se puede sacar en la agencia oficial de Cusco o de Aguas Calientes, con pocos días de antelación. Pero si se quiere subir al Huayna Picchu (la montaña más alta) hay que reservar online con mucha más anticipación. 

Existen varios caminos para llegar, quizás el más renombrado es el “Camino del Inca”, una caminata de tres días que une Cusco con la Ciudadela incaica. Como nuestro viaje era más corto, este sendero tendrá que esperar a la próxima. La opción más directa –aunque también más cara- es tomar un tren a Aguas Calientes, la ciudad a los pies de Machu Picchu. La empresa Perurail ofrece varios servicios, incluyendo un viaje en un tren de época. También se puede ir desde Ollantaytambo (86 dólares el tramo) y completar el circuito del Valle Sagrado.

En nuestro caso, elegimos una opción bastante aventurera y más económica que el tren: tomar una combi hasta la hidroeléctrica (seis horas desde Cusco por caminos de montaña) y desde allí caminar en medio de la naturaleza hasta Aguas Calientes, siguiendo el camino de la vía del tren. El consejo es dejar la mochila grande en Cusco y no ir muy cargados porque son más de diez kilómetros (casi tres horas de caminata). Una opción intermedia es tomar el tren en la hidroeléctrica, que demora una hora, a 26 dólares el trayecto. IMPORTANTE: cuando compramos el pasaje en la camioneta, te preguntan si volvés al segundo o al tercer día. Mi recomendación es pasar dos noches en Aguas Calientes, para no tener que retornar a la hidroeléctrica el mismo día de visita al Machu Picchu (es agotador y nos obliga a una visita apurada a la ciudadela). 

Aguas Calientes, Perú
El pueblito de Aguas Calientes (Paul Hagon)

 

Aunque pintoresco, Machupicchu Pueblo (como también se le llama) no es demasiado atractivo en sí mismo, y es visitado más como lugar de paso por su cercanía a Machu Picchu. Si tienen tiempo hay pozos termales (los que le dan el nombre a la localidad) para relajarse, así que recomendamos llevar traje de baño. También hay  mercados y restaurantes con el colorido típico de Perú, donde las costumbres locales se mezclan con las voces de turistas de todo el planeta.

Apenas llegamos buscamos alojamiento, comimos una pizza en uno de los muchos locales del pueblo y nos preparamos para madrugar al día siguiente y marchar hacia la ciudadela. A las 4 de la mañana salía nuestra expedición.

 

Más cerca del sol: nuestro día en Machu Picchu

De nuevo, para ir de Aguas Calientes a Machu Picchu hay varias alternativas, dependiendo de cuánto dinero queramos gastar y cuánta aventura queramos vivir. La opción más convencional es tomar un ómnibus pequeño que sube hasta la fortaleza en unos veinte minutos, por un camino tan sinuoso como fascinante.

Escaleras al Machu Picchu
El camino a la cima 

 

Y, una vez más, nuestra opción implicó cansar los pies: caminamos los dos kilómetros desde Aguas Calientes hasta la entrada a Machu Picchu, y de allí subimos los 1400 escalones hasta lo alto de la ciudadela. Sí, son muchísimos, pero ir admirando el paisaje a medida que se llega a la cima nos va dando fuerzas para seguir subiendo. Tomar mucha agua e ir bien temprano es fundamental para sobrellevar el camino. Una vez terminada la escalada, un guía nos esperaba para hacer el recorrido guiado, explicándonos la historia de cada construcción, su carácter sagrado, los misterios aún no resueltos.

Machu Picchu, Perú
Una de las infinitas vistas maravillosas del Machu Picchu

 

Mientras el sol nos abrazaba cada vez más fuerte, fuimos recorriendo las maravillas de la fortaleza, donde cada piedra está emplazada en perfecta armonía con el entorno natural.  En el sector agrario, las terrazas muestran cómo los incas organizaban su producción en sistema de andenes, adaptándose al difícil terreno.  En el sector urbano, vemos las viviendas, los templos y canales, todo en piedra finamente labrada. Sin dudas, una de las grandes obras de la construcción universal.

Waynapicchu
El camino a Huayna Picchu

 

Huayna Picchu

Después de recorrer la ciudadela inca, tomamos coraje para subir al Huayna Picchu (“Montaña Joven”), la montaña más alta de la zona, por encima de las nubes. Para visitarla hay que contar con un día soleado; si hay niebla no permiten ingresar porque el camino es bastante venturoso, no recomendado para los que sufren vértigo.

Pero si no tenemos demasiado miedo a la altura, la experiencia vale completamente el cansancio. Llegamos a lo alto después de subir muchos escalones irregulares en medio de la vegetación. La vista del Machu Picchu que se tiene desde ahí es impresionante; aunque también aquí hay algunas construcciones que se pueden conocer, como el hermoso Templo de la Luna y pequeños edificios que podrían haber sido observatorios astronómicos o sitios de guardia.

Huayna Picchu
Lo alto de la Montaña Joven

 

Regresamos a Aguas Calientes con muchas imágenes imborrables y enigmas sin responder. Aunque comprendiendo profundamente por qué los Incas creían que los dioses eran el Sol y las Montañas.

 

Consultá aquí para concretar el sueño de visitar Machu Picchu. 

 

También te pueden interesar...

Cómo conocer Londres en 48 horas / Inglaterra

Rincones de Praga que te hacen adorarla / República Checa



 

En Hiperviajes.com trabajamos asociados a Segur Viaje, una de las tres principales compañías de asistencia en el mundo y la primera de habla hispana.

Phone: 598 2902 22 33

Hiperviajes en instagram