Asia / Camboya

Vivencias de Camboya

Algo debe tener esa región, pensaba, que cada vez más viajeros la visitan. ¿Qué tendrían de interesante esas tierras que apenas podía ubicar en el mapa? Y cuanto más escuchaba hablar del Sudeste Asiático, de su realidad tan distinta a la nuestra y sus paisajes vírgenes impresionantes, más ganas de animarme a emprender la aventura, aunque supiera que no iba a entender una sola palabra del idioma local. Así que, después de un viaje eterno y varias conexiones en avión, de repente me encontré recorriendo los templos de Camboya y contagiándome de la sonrisa de los camboyanos que, pese a todas las inestabilidades que ha vivido su país, siguen con su optimismo intacto.   

He leído historias de miles de mochileros arriesgados que han viajado por Camboya y por los demás países de Indochina (Tailandia, Vietnam y Laos) y se han traído experiencias invaluables. Pero los viajeros menos expertos encontrarán más útil contratar una excursión grupal con todo resuelto, incluyendo los visados, los guías de habla hispana, los alojamientos y los traslados, para facilitar la visita y sacarle mucho más provecho a este destino tan exótico, sobre todo si no tenemos mucho tiempo para viajar. La zona es baratísima para alojarse, comer y trasladarse, por lo que se gasta muy poco fuera de lo que sale la excursión.

 

Aquí va lo mejor de Camboya, en orden cronológico.

 

1. Los templos de Angkor

Recorrer el complejo arqueológico de Angkor es una experiencia espiritual incomparable, de las mejores del Sudeste Asiático. Este lugar fue, hace poco menos de mil años, la capital del Imperio Angkoriano (o Imperio Jemer) que dominó toda la región. Hoy se preservan increíbles templos y terrazas de aquella época de esplendor, rodeados de selva tropical que los hace todavía más impresionantes.

Llegamos primero a Angkor Thom, la gran ciudad amurallada, en un remork (transporte local) desde la ciudad de Siem Reap, que es el punto de operaciones para toda esta zona. En Angkor Thom visitamos la escalonada Terraza de los Elefantes, nos sorprendimos con los mil rostros de la Terraza del Rey Leproso, vimos más rostros inquietantes en el enorme templo Bayon y recorrimos el templo de Baphuon, también maravilloso. Pero la estrella del paseo es el Ta Phrom, el templo que, en vez de ser restaurado, fue dejado tal como lo encontraron en el siglo XIX, con enormes raíces y árboles invadiendo sus galerías, el musgo sobre las paredes y algunas ruinas escondidas entre la selva.


Ta Phrom, impresionante

 

Si Ta Phrom nos fascinó por su estado completamente librado a lo salvaje, Angkor Wat (a unos minutos) deslumbra por su cuidadosa preservación. Aquí parece que no hubieran pasado siglos desde que fuera el principal templo del Imperio Angkor. Hoy no solo es el mayor templo de Camboya sino el monumento religioso más grande del mundo, mezcla de arquitectura hinduista y budista, las dos religiones que marcaron su historia. Pasamos horas recorriendo las galerías, patios y estanques, y admirando los bajorrelieves para descubrir sus relatos. Al terminar el paseo, a bordo del barco Angkor Gondola disfrutamos una puesta de sol increíble sobre las ruinas.

Al otro día, por la mañana, visitamos otro templo muy especial, al que llaman la “gema de Angkor”: el Banteay Srey. Los especialistas lo consideran la muestra más bonita de la arquitectura Jemer, tal vez porque fue el único templo construido por mujeres, allá por el siglo X. Hoy perfectamente conservado, el aura femenina del lugar se percibe en la arenisca rosada con que fue edificado, otra característica exclusiva del Banteay Srey. Aquí, además, podemos vivir una ceremonia de bendición de los monjes budistas en una pagoda local, para continuar el viaje con energía más positiva.


Banteay Srey, la gema de Angkor

 

Más de Siem Reap

Aunque el principal atractivo de Siem Reap es acceder a los templos de Angkor, al alojarnos en esta localidad también podemos disfrutar otros atractivos y ver el estilo de vida camboyano en un lugar muy preparado para el turismo. Uno de los puntos altos de la estadía es la cocina. Tuvimos la posibilidad de almorzar en el Sala Bai, una escuela gastronómica que forma a jóvenes de familias humildes para que puedan trabajar en la restauración. La comida de Camboya está influenciada por India, Tailandia, Vietnam y la colonia francesa, por lo que los currys, las sopas y las especias son grandes protagonistas.

A la noche, la cuota de entretenimiento la tuvimos en el Circo Camboyano (el Phare Ponleu Selpak, creado en 1994 por exrefugiados de la guerrilla). A través del espectáculo de danza, luces, teatro, malabares y acrobacias, conocemos algo más de la historia y la vida del país. Otro lindo plan para la noche es el Mercado Nocturno, donde podemos comprar souvenirs muy baratos y hasta darnos un masaje. Pero las artesanías más bonitas están en el centro Artisans d'Angkor, donde se pueden ver trabajos tradicionales en madera y piedra, sedas artesanales y muchas cosas más, mientras apoyamos a esta asociación que también ofrece un futuro a los jóvenes camboyanos.

 

Y a solo 75 kilómetros de Siem Reap está Beng Mealea, otro templo muy lindo que fue descubierto hace poco, pero que dicen que fue el precursor del Angkor Wat. Como no llegan tantos turistas, se puede pasear con tranquilidad entre las ruinas, las esculturas misteriosas y los parques que rodean al templo. Un paseo precioso para hacer por el día, con picnic local incluido.

 

2. Lago Tonlé Sap

Pocos paisajes transmiten tanta calma como el Lago Tonlé Sap, el más grande de Indochina. Como el día estaba lindo, después de desayunar en Siem Reap pudimos navegar el lago largo rato sobre un barco típico y visitar Kampong Phluck, la colorida aldea flotante construida sobre palafitos. Cuando el lago está demasiado bajo, está la opción de ir por tierra hasta la aldea flotante de Chong Khneas. Durante el paseo vemos muchas familias que viven en condiciones muy precarias, por lo que siempre hay que tener en mente el respeto hacia los locales y los principios de Turismo Responsable.


Dos de los botes que nos llevan a Kampong Phluck a través del Lago

 

Nom Pen, entre la fascinación y el caos

Tras conocer Siem Reap, seguramente muchos sigan rumbo a Tailandia o Laos, pero los que tengan unos días más para seguir explorando Camboya no se pueden perder la capital, Nom Pen (que también se escribe “Phnom Penh”). Aunque no es fácil abstraerse del caos del tráfico y los dolorosos contrastes sociales en las calles, si nos detenemos en la arquitectura vemos por qué se considera a Nom Pen una de las ciudades más lindas de la Indochina francesa.

Caminando por sus calles arboladas vemos cómo se mezcla la cultura asiática con el estilo francés de la colonia a principios del siglo XX. Pero la ciudad fue fundada muchos siglos antes (allá por el 1400), así que hay cantidad de lugares históricos para visitar: la Colina Templo (Wat Phnom, donde nació la ciudad), el Museo Nacional de Camboya, el Gran Palacio y la Pagoda plateada, por mencionar algunos.


El Museo Nacional de Camboya visto desde afuera

 

También es muy agradable el paseo por la Avenida Preah Sisowath, que recorre el río Tonle Sap. En el lado menos grato, los interesados en la historia reciente pueden visitar el Museo del Genocidio o el Museo S-21, sitios escalofriantes que muestran los horrores de la época de los Jemeres Rojos durante los años setenta y que nos dejan reflexionando mucho después de concluido el viaje.

 

Sihanoukville: despedida con sol y mar

Para terminar la visita a Camboya en un punto alto, hay que visitar alguna de sus increíbles playas tropicales sobre el Golfo de Tailandia, en el sur del país.

El destino estelar en este rubro es Sihanoukville (también llamado Kompung Sao), una península con diez kilómetros de playas espectaculares para pasar un par de días sin más nada que hacer que tomar sol, bañarse en el mar o navegar hasta alguna de las islas cercanas, de naturaleza casi intacta. Para romper con la calma se puede ir de noche a alguna fiesta iluminada por las velas en la popular Serendipity Beach. Quizás las playas de Camboya no son tan idílicas como las tailandesas, pero tienen su encanto y nos dejan los mejores recuerdos de un país que tiene mucho más que templos orientales. 


Sihanoukville, preciosa para tomar sol y playa

 

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