Asia / Laos

Una de las caras más hermosas y auténticas de Asia: Laos

Cuando recuerdo mi viaje por este país tan singular y maravilloso, vienen a mí momentos especiales, de experiencias y belleza sin fin, de aprendizajes, y un sentir tan reconfortante que me hace agradecer la secuencia de sucesos que me llevaron a conocer este rincón de Asia.

Y cuando digo rincón, es en un sentido absolutamente literal; Laos es un pedacito de este inmenso continente, sin salida al mar, inmerso en pleno sudeste asiático, bordeando la famosa y espléndida Tailandia, limitando al sur con Camboya, al este con Vietnam y al norte con Birmania y China. En medio de estos paradigmáticos países, tan visitados por el turismo, viene a aparecer tímidamente esta tierra humilde pero con una belleza extraordinaria.

 

Auténtica idiosincrasia

Al día de hoy, Laos todavía conserva su autenticidad; su parte turística no ha sido tan explotada, e incluso muchos ni han escuchado hablar del país y eso lo ha mantenido un poco refugiado del turismo masivo y los consecuentes cambios culturales que conlleva ello. En Laos vamos a ver sus campos verdes con flores y su gente siempre amable, con un dulce “sabadi” saludándonos con alegría. Vamos a encontrar montañas, cascadas, cuevas, islas, comunidades, comida deliciosa, budismo, templos, tranquilidad y, sobre todo, sonrisas.

 

Tierra del millón de elefantes

Como país independiente Laos es muy joven. Fue colonia francesa hasta 1949 (lo cual es fácil percibirlo en su cultura y en su deliciosa gastronomía) y varios siglos antes perteneció al reino de Lang Xang (tierra del millón de elefantes). En lo que tiene que ver con sus últimos años, desde la segunda guerra mundial ha sobrevivido a dolorosas masacres, ha sido uno de los países más bombardeados de la historia y, aun así, después de tanta lucha, resurge paulatinamente y nos regala sonrisas y optimismo.

Su economía se basa principalmente en la agricultura de subsistencia, por lo que no será raro ver a su gente trabajando la tierra, en sus maravillosos campos de arroz, o plantaciones de café. Laos desborda en naturaleza y belleza.

 

Comenzando el camino…

Luego de visitar la mítica Tailandia, decidí continuar mi ruta por este país humilde, sin grandes pretensiones, sin las famosas playas y la característica hermosura que conocemos de Tailandia, pero no por eso Laos es menos bello. Al contrario. Me atrevería a decir que tiene un encanto superior en muchos otros aspectos, y que hará valer la pena cada momento que estén allí.

Para llegar a Laos es bueno saber que desde sus países limítrofes existen muchos cruces fronterizos y que también se puede volar hasta su capital o a otras grandes y conocidas ciudades sin ningún problema. Internamente es posible tomar vuelos, o se pueden elegir los famosos “sleeping-bus” (en los que vamos en camas, pero probablemente acompañados, por lo que les recomiendo viajar con amigos). Estos buses son realmente pintorescos y al menos una vez es bueno experimentarlos.

El  transporte por su famoso río Mekong también formará parte de la travesía.


El río Mekong, admirable al amanecer

 

A tener en cuenta

Obtener el visado es muy sencillo: tenemos que sacar el “visa on arrival” que se realiza llegando al puesto de emigración y cuesta aproximadamente 35 dólares. Por otra parte, el mejor momento para ir será entre noviembre y febrero que no es época de lluvia, pero cualquier momento nos dejará aprovecharlo.

Respecto a hospedajes, hay mucha variedad de “Guest house” que son hostales donde se pueden encontrar habitaciones privadas con internet y a bajo costo. Para los que deseen hoteles, sobre todo en la Vientián, encontrarán también una gran variedad de opciones. Es un país superaccesible y económico y solo es importante tener en cuenta que hay zonas más agrestes, en las que quizás el confort sea diferente, pero nada que impida disfrutarlo. Es parte de la adaptación a esta cultura sencilla y llena de grandeza.

 

Thakhek: primer contacto con la increíble naturaleza

Una de mis principales razones para viajar a Laos era conocer este alucinante lugar y, como desde Tailandia hay un paso fronterizo muy próximo, fue fácil llegar. Thakhek es famoso por sus montañas, zona especial de escaladores, con una naturaleza maravillosa. Mi intención era ir al centro de escalada Greenclimbers, que es perfecto para practicar este deporte, y desde donde además podrán compartir con gente agradable, comer buena comida, y disfrutar de un ambiente amigable. Incluso podrán hospedarse allí. Si aún no han estado en contacto con las montañas, se los recomiendo absolutamente.

El camino al campamento de escalada lo hice en los emblemáticos tuk-tuk desde donde pude apreciar la belleza del sitio; un paseo muy lindo y también divertido. Y por otra parte, al no ser una ciudad turística, aquí en Thakhek se puede ver la vida real de los laosianos.

 

Thakhek Loop y su espectacular Kong Lor Cave

Casi todos los turistas que visitan Thakhek lo hacen para rentar una moto y hacer la ruta Thakhek Loop, de 450 km., una de las más hermosas del país. Se tarda aproximadamente 3 días en recorrerla, y es todo una aventura para quienes gusten y estén preparados. Eso sí, lo mejor es hacerlo en temporada seca.

Generalmente, la primera parada se hace en Thalang Village, que es una pequeña villa bastante cerca de la frontera con Vietnam, donde podrán descansar y disfrutar de un bonito atardecer tras haber visto unos paisajes que quedarán en sus memorias.

Al día siguiente la ruta se hace un poco más difícil, el camino es en dirección a Laksao y no hay asfalto, así que en esta parte sí hará falta ser aguerrido a la aventura. Pero el principal objetivo lo lograrán el tercer día, cuando lleguen a Kong Lor.


Vista desde la ruta Thakhek Loop

 

La cueva más grande del sudeste asiático

En la cueva se llega a lo más lindo de la travesía. Para entrar en ella tendrán que subirse a una pequeña barca que los lleve por el río subterráneo que la atraviesa por sus 7 kms. Inmiscuirme en su inmensidad fue realmente sorprendente e inolvidable. La luz con la que contás es una linterna, y luego será la profundidad de la cueva, hasta que tu vista se vaya acostumbrando y puedas empezar a apreciar las increíbles formaciones. Hay un área iluminada en la que podés descender y caminar entre estalactitas. Al final del recorrido, salís a la otra punta de la cueva y regresa la luz y el sensacional verde que te abraza. Una belleza de la naturaleza sin igual.


Foto extraída de www.deborahchoi.com

 

El pueblo de Kong Lor es un muy buen lugar para pasar la noche, encontrarán hostales, búngalos y un barcito carismático en donde se hace karaoke y son amigables con los turistas, ideal para terminar con una riquísima cerveza Beerlao.

 

Su encantadora capital: Vientián

Esta capital es atípica para ser asiática. Es pequeña y tranquila, con avenidas y edificios estilo soviético, con su arco del triunfo y su mixtura cultural característica. Los franceses la eligieron como centro de su protectorado y esos vestigios de otras épocas todavía pueden verse. Aquí podremos degustar comida deliciosa, mixtura de influencia tailandesa y francesa, y disfrutar de muchas otras cosas.

Visitar alguna confitería y probar un exquisito pan de chocolate o croissant con un buen café es un clásico. Y si hace tiempo que estás viajando por Asia, como me sucedió a mí, ¡reencontrarme con una exquisita baguette fue delicioso en todo sentido! Además, el plato típico de Laos se llama “Laap” y es una ensalada de carne (del tipo que prefieras) con salsa de pescado y lima, realmente muy sabrosa. Hacer la degustación será cosa fácil porque el centro está lleno de restaurantes acogedores (donde también están ubicados la mayoría de los alojamientos).


El Arco del Triunfo

 

Imperdibles de Vientián

No deben dejar de ver el arco del triunfo laosiano llamado Patuxai; desde allí apreciarán una de las mejores vistas de la ciudad y, a su alrededor, hay parques muy agradables donde podrán tomar un descanso.

El Wat Si Saket es uno de los templos más antiguos de la ciudad, y fue sin dudas uno de los que más me gustó. En frente se encuentra otro de los más bellos, el Haw Pha Kaeo, rodeado de jardines. Luego se puede visitar la plaza Nam Phu que tiene muy próximos otros templos, como Wat In Paeng, Wat Mixai, y Wat Ong Teu Mahawihan. Esta plaza también es una zona de restaurantes y música en vivo, perfecta para la noche.

También hay parques, como Buda Park, en las afueras de la ciudad (donde se pueden ver muchas escenas de Buda con su historia y personajes), o el Parque Chao Anouvong, junto al río Mekong.

El Palacio Presidencial es un edificio muy llamativo que  lo verán de camino ya que está en la avenida principal, pero lo más recomendable es conocer la estupa Pha That Luang recubierta de oro, también ubicada en el centro; es considerada símbolo nacional de Laos y es el monumento más importante del país. Está flanqueada por dos templos: el Wat That Luang Neua en la parte norte y el Wat That Luang Tai al sur, ambos muy bonitos.

Para terminar el día de paseos lo mejor es ver el atardecer a orillas del Mekong y, por la noche, recorrer el Mercado nocturno donde encontrarán souvenires para comprar, y lugares para cenar.


Templo budista 

 

Cultura laosiana

En Laos habitan muchísimas etnias y cada una de ellas se enorgullece de sus tradiciones. Se respira tranquilidad y armonía y seguro disfrutarán de jugar con los niños (que los llenarán de alegría con tantas risas). Ellos viven felices a pesar de sus dificultades, y eso nos enseña muchísimo.

La religión es parte importante de los laosianos, e incluso la mayoría practica el Budismo Theravada, que es una rama del budismo tradicional que obliga a todos los hombres jóvenes a pasar un tiempo en un templo. El régimen comunista de Laos influye también en la religión, por lo que este es un país particular de Asia, donde los monjes forman parte de la vida cotidiana y con quienes podemos aprender muchísimo de su cultura.

Recorrer este país es una experiencia que los enriquecerá y los llenará de momentos lindos y diferentes. En mi próximo artículo de Laos les contaré más de sus bellezas del norte y del sur, un viaje inolvidable, del que por seguro no se arrepentirán.

 

¿Ya te imaginás disfrutando de esta increíble experiencia? 

 

POR CARLA CIAVATTONE

 

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