Europa / República Checa

Rincones de Praga que te hacen adorarla

Cada vez que levantamos la vista en Praga estamos ante la foto perfecta. Durante sus mil años de historia, la capital de la República Checa se ha sabido reconstruir una y otra vez. Pasaron guerras mundiales, dictaduras y revoluciones, y ahí sigue artística, excéntrica y cautivante, con un patrimonio cultural y arquitectónico que la convierte en una de las ciudades más bellas de Europa.

El romance de los puentes sobre el Río Moldava; el misterio de los castillos medievales y las iglesias góticas; la bohemia de los callejones (al fin y al cabo Praga era capital del Reino de Bohemia); las noches azules de verano degustando la mejor cerveza artesanal del mundo… Todo eso hace que quieras quedarte cientos de días para conocer todos los rincones de Praga. Pero como esto es un blog y no una novela, te traemos 16 de esos rincones mágicos que te harán decir: "estoy en la mejor ciudad del mundo”.

 

1) El Callejón de Oro en el Castillo de Praga

Dentro de la magnificencia del castillo más importante de la ciudad, es increíble encontrarse esta callecita del siglo XVI. En sus casitas de colores –donde hoy hay tiendas de souvenirs incluyendo armerías medievales- vivieron primero los guardianes del castillo y luego los orfebres, de donde toma el mote el callejón. Dicen que aquí también vivieron alquimistas y se sabe que en el número 22 vivió el escritor checo Franz Kafka.

 

2) La ventana de un crucero por el Río Moldava

A bordo del Voudouch, café en mano y audioguía mediante, vamos descubriendo la maravillosa arquitectura de lo que se conoce como “la Venecia de Praga”, donde el centro histórico se abraza con el río más importante del país. En un paseo de una hora bordeamos los molinos de la Isla de Kampa, vemos el icónico Puente de Carlos desde abajo y los vestigios del Puente Judit, pasamos muelles antiguos y disfrutamos una vista impresionante del Castillo de Praga.

 

3) La terraza del bar T-Anker

Deambulando por las callecitas de la Vieja Praga encontramos muchísimos lugares con onda para sentarnos a degustar la famosa Pilsner local, acompañada de un plato tradicional. Pero si además queremos disfrutar de una de las mejores vistas del casco histórico, el más recomendado es T-Anker, situado en la terraza de un antiguo edificio a la cual se accede mediante un ascensor exterior. Este rincón de Praga ofrece exquisitas cervezas checas (y de todo el mundo), con bartenders expertos que te asesoran en la mejor elección.

 

4) Una mesa cálida en el Café Louvre

Einstein y Kafka solían frecuentar el Café Louvre, que hoy es uno de los más emblemáticos de Praga y mantiene viva esa atmósfera intelectual de fines de siglo XIX. El chocolate caliente, bien espeso como marca la tradición checa, está entre los mejores de la ciudad.

 

5)  La muestra de arte del Convento de Santa Inés

Ya saber que estamos en el edificio gótico más añejo de Praga es una invitación indeclinable a explorarlo. Pero además, este del siglo XI es hogar de la colección de la Galería Nacional dedicada al arte medieval y renacentista de la región. No podríamos imaginar un entorno más apropiado para admirar altares góticos y esculturas religiosas de hace más de quinientos años.

 

6) La Capilla de los Espejos

El lujoso interior de esta capilla es el lugar más fascinante entre los rincones históricos que forman el Clementinum. Lo que más me emocionó fue escuchar el órgano barroco en el que tocó el mismísimo Mozart. Los amantes de la música clásica no pueden perderse los conciertos nocturnos dentro de la capilla.

 

7) Una butaca en el Teatro de los Estados

Sea en un asiento económico en la tertulia alta o un elegante palco privado, hay que ver un espectáculo clásico en el Stavovské Divadlo, uno de los teatros más lindos de Europa. Por los pasillos sentimos –de nuevo- la presencia de Mozart, que estrenó aquí su ópera Don Giovanni en 1787.

 

8) Los pasillos luminosos del Veletržní Palác

Este enorme edificio de estilo funcionalista guarda una colección apasionante de arte de los siglos XX y XXI. En el tercer piso comienza la colección permanente de la Galería Nacional, donde podemos pararnos frente a obras de Picasso, Klimt, Renoir y Van Gogh. Entre tantas joyas medievales, es refrescante hacer este viaje por lo mejor del arte moderno.

 

9) Un viejo banco en Vojanovy Sady

Cerca de los concurridos jardines Wallenstein, en el turístico “Lado Pequeño” de Praga, se esconde este hermosísimo parque, considerado el jardín más antiguo que hoy se preserva de la ciudad. Como no es tan transitado por el turismo, Vojanovy Sady nos da la oportunidad única de relajarnos bajo un árbol y abstraernos un rato del ajetreo del centro.

 

10) Cualquier habitación (y el patio frontal) del Museo Franz Kafka

Cada cuarto de la Casa-Museo de Kafka es una experiencia multisensorial que nos hace sentir como en una página de La Metamorfosis. Es un paseo inquietante (qué decir de las esculturas orinando en el frente, que van formando frases de escritores célebres), pero que vale la pena para explorar la identidad kafkiana de la ciudad en toda su expresión.

 

11) La terraza del Hanavsky Pavillion en el Létna Park

Situado sobre una colina, el parque Létna es un balcón natural que regala vistas hermosas de los puentes sobre el Moldava y la silueta de la ciudad. Uno de los mejores panoramas (sobre todo al atardecer) se obtiene desde la terraza abierta del Hanavsky Pavillion, un pequeño castillo de fines del siglo XIX donde hoy se instala un restaurante muy prestigioso.

 

12) Los laberintos del Bunker Nuclear

Toparse entre la oscuridad con una pared cubierta por máscaras de gas es sin dudas la experiencia más escalofriante de Praga, pero también es una lección de historia única para vivir en el viaje. Los que quieran animarse a conocer el Museo del Bunker solo pueden hacerlo en un tour guiado, que nos va llevando por el mundo subterráneo y paranoico de la Guerra Fría.

 

13) El muro de Lennon

Así es Praga: de la oscuridad opresiva al arte callejero multicolor. Este graffiteado rincón es especial no solo para los Beatle-maníacos, sino también por la historia que guarda. Su origen data del día que mataron a Lennon en 1980, y por eso en la era comunista fue un símbolo de la resistencia juvenil contra el régimen (que, entre otras cosas, prohibió la música pop). Hoy el muro de Lennon se sigue reinventando con nuevos grafitis; si estás en la zona de Malá Strana vale la pena acercarse y sentir el espíritu de revolución que evoca.

 

14) El túnel de libros de la Biblioteca Municipal

Este túnel vertical frente a la Biblioteca es otra de esas excentricidades que hacen tan única a Praga. Lo mejor es que, cuando ingresamos, el túnel parece no tener final por efecto de los espejos en su interior. Un gran homenaje al legado de la literatura checa, en pleno centro de la ciudad.

 

15) La calle más estrecha del mundo

Ya con ese rótulo da curiosidad conocer la calle U Luzického Semináre, más específicamente a la altura del número 24, donde se forma un pasadizo con escaleras donde solo puede pasar una persona a la vez. Pero lo más curioso es que tiene un semáforo para peatones.

 

16) La entrada al Castillo de Karlstejn

Aquí nos alejamos un poco de la capital, pero no podemos dejar de incluirlo. Solo treinta minutos en tren nos llevan al castillo medieval más emblemático de la República Checa, construido en el 1300 por el Rey Carlos IV (el mismo que da nombre al Puente de Carlos). Para llegar hay que tomar un camino que pasa por un pueblito muy lindo de casas con tejas rojas. Una vez en la entrada del Castillo es imposible no estremecerse con esa muestra impresionante de la arquitectura gótica sobresaliendo entre el típico paisaje checo de colinas verdes.

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