Norte y CentroAmérica / Panamá

Panamá, maravilla entre dos océanos

Quizás sea su condición de enlace entre dos Américas o de pasaje entre dos océanos lo que da a Panamá ese carácter tan multicultural. Aquí se encuentran y se reúnen viajeros y comerciantes de todo el mundo, y su población se compone de muchos extranjeros que le dan un tono cosmopolita a su capital, la Ciudad de Panamá.

Pero aparte de ser un foráneo más en una de las ciudades más vertiginosas del continente, en Panamá podemos ver anfibios exóticos en bosques tropicales, bucear en islas paradisíacas, conocer de cerca las tradiciones de los pueblos originarios y navegar por el canal más famoso del mundo, que conecta el Pacífico y el Atlántico desde hace un siglo. El territorio es pequeño, así que en dos semanas perfectamente se puede recorrer lo mejor del país y luego seguir en barco a Colombia o ir en bus hasta Costa Rica.

 

Ciudad de Panamá: el canal, la cultura, las compras

Para muchos la octava maravilla del mundo moderno y una de las grandes obras de ingeniería de la historia, nadie puede irse de Panamá sin conocer el canal que le dio fama internacional. Desde lo alto del Centro de Visitantes de Miraflores vemos el canal funcionando y los barcos pasando a poquitos metros de distancia; pero hay que navegarlo nosotros mismos para vivir la emoción de pasar de un océano al otro en el punto donde están más cerca.


Canal de Panamá, que separa los dos océanos

 

La capital panameña también es fascinante para los amantes de la historia. Su Casco Viejo, declarado Patrimonio de la Humanidad, guarda muchas construcciones coloniales con su arquitectura de influencia española y francesa y sus enormes balcones. La Catedral, el Convento de Santo Domingo y el Arco Chato son algunos de los imperdibles. Pero el punto más convocante es, sin dudas, Panamá La Vieja, el primer asentamiento español en la costa del Pacífico, desde donde partieron los colonos. Hoy se pueden ver las ruinas que quedaron del saqueo que destruyó la localidad en 1671.


Un vistazo al Casco Viejo de Ciudad de Panamá

 

Lo más atrapante de Ciudad de Panamá es que de este viaje por siglos pasados nos vamos caminando a una actualidad totalmente globalizada, donde incluso se escucha hablar más inglés que español. La Calzada de Amador (o Causeway), en la entrada sur del canal, conecta la parte continental con las islas Naos, Perico y Flamenco a través de vías sobre el mar. Aquí los locales salen a hacer footing y los turistas tienen un sinfín de galerías, bares y restaurantes para salir a pasear y divertirse por la noche, mientras las luces de la ciudad iluminan el agua.

Y por supuesto, los que aman los outlets se van a sentir en el paraíso: como uno de los puntos comerciales más importantes de América, Panamá ofrece una gigantesca cantidad de marcas a precios muy bajos, sobre todo en ropa y electrónica. Un paseo por Albrook Mall, Multiplaza o Metromall dejarán al comprador experto con varias valijas extra para traerse a casa.

 

Ecoturismo de lujo en Valle de Antón y Gamboa

¿Extasiados del ritmo de la urbe? En apenas dos horas llegamos a un oasis natural: el Valle de Antón, una zona de gran biodiversidad que invita a la exploración y la aventura. Mezcla de bosque tropical y montaña, este pueblo se ubica en uno de los cráteres volcánicos más grandes del planeta y tiene un clima de primavera todos los meses del año. Aquí podemos alojarnos en hoteles ecológicos de alto nivel, inmersos en la naturaleza pero con todo el confort.

Despertar con el sonido de las aves, pasear por el mercado artesanal al aire libre, ver la selva y las montañas desde el teleférico, descubrir animales y plantas tropicales en el Zoológico Níspero, subir a pie a la Montaña de la India Dormida o transitar los senderos del Monumento Nacional del Gaital… Solo algunas de las cosas que se pueden disfrutar en el Valle y que lo convierten en un lugar único. Sin contar las aguas termales y la maravillosa cascada Chorro del Macho.


Valle de Antón, una experiencia mágica

 

Otra opción para disfrutar el ecoturismo en la selva es el pueblo de Gamboa, sobre el canal de Panamá y el río Chagres, más cerca de la ciudad. El alojamiento más famoso es el Gamboa Rainforest Resort, que ofrece miles de actividades de exterior y servicios de lujo. Los que tienen varios días en Panamá pueden dividirse entre Gamboa y el Valle; pero los que están en un viaje más corto preferirían pasar un fin de semana en uno de los dos para guardarse más días en la playa.


Gamboa Rainforest Resort

 

San Blas: una isla para cada día del año

El primer destino del Caribe panameño es el archipiélago de San Blas, formado por 365 islotes e islas con playas bellísimas. Aquí comodidades son más simples, y las opciones de hospedaje disponibles son los eco-lodges (cabañas rústicas frente al mar, muchas con las comidas incluidas) o campings.

Las palmeras, el agua turquesa y la arena blanca forman un paisaje maravilloso, pero lo que hace realmente especial a San Blas es que aquí vive la comunidad de indígenas Kuna (o Guna), el primer grupo originario de América en obtener autonomía. En la comarca de Guna Yala, extendida en toda la franja costera caribeña, podemos visitar o incluso alojarnos con grupos Kuna y conocer de cerca sus tradiciones autóctonas y sus artesanías coloridas.


Indígenas Kuna en San Blas

 

Por sus piscinas naturales cristalinas, San Blas es un lugar perfecto para hacer esnórquel y observar peces de colores, estrellas de mar y erizos. Para aprovechar más la estadía, es recomendable navegar por las islas en lancha y conocer muchas en poco tiempo. Algunas de las más lindas son la Isla Arridup (o Isla Iguana), la Isla Aguja, la Isla Diablo, la Isla Perro y la Isla Estrella.

A tener en cuenta: para ingresar a algunas islas hay que pagar una tasa de preservación. No hay cajeros automáticos por lo que es fundamental llevar dinero en efectivo, y también snacks y agua mineral porque no suelen encontrarse lugares para comprar. Pero es esta simplicidad, justamente, lo que da un encanto inigualable a este lugar que se esfuerza para mantener el modo de vida de sus orígenes, incluso cuando es uno de los lugares más visitados de Panamá.


San Blas, impresionante

 

Boquete: aroma a flores y café

Con el bronceado caribeño en la piel volvemos al aire de montaña. Cafetales, flores de colores, árboles frutales y ríos refrescantes le dan el entorno acogedor a este pequeño pueblo de la provincia de Chiriquí. Un destino perfecto para descansar al menos una noche, deleitarse con el café recién molido de una de las fincas típicas y animarse con alguna actividad al aire libre como senderismo, escalada, canopy, rafting. El Sendero de los Quetzales y la subida al Volcán Barú son dos paseos para los que vale la pena guardarse la energía.


El Sendero de los Quetzales

 

Magia caribeña en Bocas del Toro

Cuando pensábamos que el Caribe ya nos había regalado toda su magia, llegamos a Bocas del Toro, el archipiélago de la costa norte. Es fácil querer quedarse para siempre disfrutando el sol entre la vegetación exuberante, las olas surfistas y los puntos de buceo, en una atmósfera muy distendida y de gran riqueza cultural.

La localidad Bocas del Toro (o Bocas Town) en la Isla Colón, capital del archipiélago, fue fundada a comienzos del siglo XX por la United Fruit Company. Desde entonces el lugar guarda una mixtura de tradiciones ancestrales y costumbres norteamericanas y latinas. Hoy tiene gran variedad de hospedajes, restaurantes y barcitos para salir a la noche.

Lo mejor es recorrer las distintas islas en barco o taxi acuático: se puede hacer esnórquel en Coral Cay, perderse en el horizonte de la Bahía de los Delfines o sentirse en el paraíso en Bocas del Drago, para muchos la isla más linda de todas. El Parque Nacional Marino Isla de Bastimentos es otro lugar espectacular para observar la vida subacuática entre los corales (además de tener playas hermosísimas como Red Frog Beach), y la Isla de los Pájaros es el punto  perfecto para el avistamiento de aves.


Bocas del Toro es definitivamente un imperdible de Panamá

 

En Bocas del Toro muchos países grabaron sus ediciones del programa “Survivor”, y no es difícil entender por qué. Mientras caminamos una playa donde todo está intacto, nace la fantasía de quedarnos como náufragos para siempre en este paraíso terrenal.

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