Asia / Jordania

Jordania, la mejor puerta a Medio Oriente

Muchos uruguayos habrán escuchado hablar sobre Jordania por primera vez cuando la Celeste jugó contra su selección por la clasificación al Mundial de Brasil. Y les puedo asegurar que si aquella vez les ganamos por cinco goles, cuando llegamos a Jordania, su belleza nos cautiva por goleada. Este pequeño reino asiático escapa a los circuitos turísticos clásicos, pero no por eso está menos preparado para el turismo. Hace miles de años que, como puerta de entrada a Oriente, recibe visitantes de todas partes del mundo.

Atravesando los desiertos jordanos nos sentimos como transitando entre un cuento de las Mil y Una Noches y un pasaje del Antiguo Testamento. Y es que situada entre Israel y Arabia Saudita, Jordania es tierra de monumentos bíblicos y caminos de especias, de beduinos y mercaderes, del mar salado más bajo del planeta, de ciudades ancestrales que parecen haber estado ahí desde siempre. Y entre esas ciudades, una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno: Petra, la maravillosa ciudad de piedra, principal motivo de visita a Jordania, aunque para nada el único.

 

Descubriendo Jordania por la Ruta de los Reyes

Jordania concentra una enorme diversidad de lugares atractivos en un territorio pequeño, lo que hace más sencillo recorrerlo incluso si tenemos pocos días. Tal vez es el país que mejor sintetiza el panorama de Oriente Medio, manteniendo los valores conservadores de su tradición pero en un entorno de tolerancia, muy seguro y receptivo de los turistas (de hecho, por su alto índice de desarrollo, muchos lo llaman la “Suiza de Oriente”).

Aunque los más aventureros van a querer muchos días extra para disfrutar las montañas y el desierto, en unos diez días se puede conocer lo mejor del país, recorriendo la llamada “Ruta de los Reyes” de norte a sur. Esta antigua ruta comercial (mencionada incluso en la Biblia) es una de las carreteras panorámicas más increíbles que un viajero puede transitar; yendo desde Amán hasta el desierto de Wadi Rum, pasando por la costa del Mar Muerto y por varias ciudades donde entrar en contacto con la cultura musulmana y la riqueza histórica de sus pueblitos y castillos.

 

Amando Amán

El punto de llegada a Jordania es su capital, Amán (o Ammán, en árabe), su ciudad más poblada, situada en el norte del territorio no muy lejos de la capital Israelí. Aunque es una ciudad relativamente joven para la región, en su antigua Ciudadela se puede sentir la confluencia cultural que se ha dado a lo largo de varios siglos.

El Anfiteatro Romano, el Templo de Hércules, la acrópolis griega y la mezquita del Rey Abdullah son algunos de los puntos más emblemáticos de la Ciudadela, muestra de los distintos periodos que atravesó la ciudad. Ese eclecticismo se mantiene hasta hoy, y es muy singular perderse entre enormes shoppings y los mercados abiertos (souqs), iglesias bizantinas y hoteles lujosos, edificios que emulan a Dubái y barrios típicos de callecitas estrechas sobre las colinas.


El Templo de Hércules en la Ciudadela de Amán

 

Y para una experiencia legendaria, no hay que perderse el tour de un día por los “Castillos del Desierto” para conocer los antiguos palacios y complejos de la dinastía Umayyad, que representan las primeras etapas del arte islámico. Imposible no maravillarse con los frescos y mosaicos de los castillos de Quseir Amra, o con el espectacular Oasis de Azraq, donde se encuentra el fuerte más famoso de la zona.

Otro de los paseos imperdibles para hacer desde Amán por el día es la Reserva de Dana, el sitio ecológico más importante de Jordania, donde se concentra la mayor biodiversidad. Este valle de verdes diversos contrasta con el suelo árido del sur, por lo que es un buen respiro antes de continuar viaje, sobre todo para los amantes del trekking y la escalada.


La Reserva de Dana, imperdible

 

Jerash, la Roma de Jordania

En Amán ya habíamos descubierto vestigios de la civilización romana en el territorio, pero es en Jerash donde nos deslumbramos con el pasado latino de Jordania. Situada solo a una hora de bus de la capital, la antigua Gerasa fue una de las diez grandes ciudades del Imperio (Decápolis) y hoy es conocida como “la Roma fuera de Roma” por la cantidad de edificios romanos perfectamente preservados: templos, columnas, teatros, fuentes e iglesias que nos tienen largas horas paseando.

Hay muchos city tours de un día desde Amán a Jerash; aunque también se pueden tomar buses públicos. Conviene llegar a primera hora de la mañana para tener un rato de tranquilidad antes de que lleguen las combis llenas de turistas. Y antes de volver a Amán, es recomendable parar en el pueblo de Ajlun, visitar su fortaleza y disfrutar un panorama increíble del valle jordano.


Jerash, la "Roma fuera de Roma"

 

Madaba y el Monte Nebo

A tan solo 40 kilómetros al sur de Amán nos encontramos con Madaba, una pequeña localidad de calles tranquilas, famosa por sus mosaicos bizantinos y por el clima de tolerancia entre musulmanes y cristianos. Desde aquí se puede salir a explorar algunos lugares sagrados que emocionan más allá de la religión. El más impactante, sin dudas, es el Monte Nebo, el sitio bíblico donde murió Moisés después de avistar la Tierra Prometida.

Lo que nosotros avistamos nos deja sin palabras: desde sus más de 800 metros de alto se puede ver Jerusalén (si el día está claro), además del Mar Muerto, el Valle del Jordán y el Desierto de Judá. Además, en la cima hay una iglesia con lindos mosaicos y dos estampas bíblicas que, más allá de la religión, emocionan aunque sea solo por la belleza del paisaje y su caudal histórico.


Vista a "la tierra prometida" desde el Monte Nebo

 

Flotar en el Mar Muerto

Como si el territorio jordano no tuviera suficientes paisajes increíbles, en el límite entre Jordania e Israel se encuentra uno de los fenómenos naturales más impresionantes del planeta: el Mar Muerto. En el camino de Amán a Petra por la Ruta de los Reyes hay que parar al menos un día para admirar la costa turquesa del mar más denso y salado del mundo, situado en el punto más bajo de la Tierra, donde el viento no sopla y la calma es absoluta.

Si el clima es bueno, podemos hacer playa y comprobar si es cierto lo que dicen que podríamos sentarnos en el agua a leer. Hay varios resorts de alto nivel para alojarse algunas noches junto al mar en uno de los principales destinos de relax del mundo (Cleopatra ya venía para sumergirse en las aguas milagrosas). Si hace frío, igual podemos maravillarnos con los cristales de sal en la orilla y el paisaje solitario y montañoso del Valle del Rift alrededor.


Flotar en el Mar Muerto, una experiencia incomparable

 

Karak

La siguiente parada tras una breve estadía en el Mar Muerto es Karak, una ciudad antiquísima donde se encuentra el mayor castillo de Jordania. El Qal'at al Karak fue un castillo muy importante en la época de las Cruzadas, y parte de esa historia se puede sentir hoy al visitarlo, tanto desde afuera como en su interior laberíntico. Fuera de esta impresionante atracción, en la ciudad de Karak hay algunos lindos edificios del siglo XIX y buenos restaurantes para probar el mansaf y otros platos típicos. Medio día de visita es suficiente para continuar camino.

 


El Qal'at al Karak, inmenso

 

Petra: magia día y noche

Finalmente llegamos a la gran estrella del turismo jordano: Petra, la “ciudad perdida”. Si Jordania es la puerta más linda para ingresar al Oriente Próximo, la puerta de Petra (“El Tesoro”) es el portal más bello que podamos imaginar para enamorarse definitivamente de este país. ¿Por dónde empezar a describir lo que se siente? Quizás mencionando por qué esta antigua ciudad es una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno: está construida completamente en piedra (es decir, esculpida directamente sobre la roca), y parece que el paso de los siglos no hubiera afectado en lo más mínimo las esculturas.

Entre las fachadas de piedra rosa trabajadas hasta el mínimo detalle, la grandiosa entrada por el Siq y los cañones que por sí solos tienen formas espectaculares, se nos va todo un día explorando esta curiosa ciudad con nombre de mujer, que un día fuera capital del pueblo nabateo.

Pero para vivir la magia de Petra en toda su dimensión hay que quedarse hasta bien pasado el atardecer y vivir el espectáculo “Petra by Night”, con la luz de las velas y la luna iluminando “El Tesoro” y creando una atmósfera de misterio increíble. En los alrededores hay buenos alojamientos para pasar la noche y, si da el tiempo, al otro día se puede visitar la “Little Petra”, unas ruinas muy bonitas, aunque en menor escala que las de Petra.


Petra, una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno

 

Panorama marciano en Wadi Rum

Unas dos horas al sur de Petra se encuentra este enorme desierto que ha sido escenario de películas épicas y de ciencia ficción. Dicen que es lo más parecido que hay a Marte sobre la faz de la Tierra, con la diferencia de que podemos recorrerlo a lomo de camello y vivir una aventura cósmica.

Desde el centro de visitantes también salen excursiones en 4x4 llenas de adrenalina, e incluso se organizan campamentos de varios días para escalar y dormir bajo uno de los cielos estrellados más espectaculares del planeta.

 

La ruta acaba en Aqaba

Después de tanta aridez por la Ruta de los Reyes, los ojos se vuelven a relajar en el extremo sur del país, al llegar a Aqaba, una luminosa ciudad portuaria sobre el Mar Rojo. Aquí podemos explorar arrecifes de coral, probar delicias marinas en los restaurantes costeros y visitar ruinas egipcias para terminar el viaje cargados de historia.

 

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